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Hoy, día 8 de marzo de 2018, las mujeres son convocadas a una huelga feminista. Es el Día Internacional de la Mujer desde que en 1975 la ONU decidió institucionalizarlo, y cada 8 de marzo celebramos la alianza entre las mujeres para defender los derechos que hemos conquistado, gracias a una larga genealogía de mujeres activistas, sufragistas y sindicalistas. Por esta razón, en el artículo de hoy vamos a citar a un grupo de aquellas mujeres que han luchado por la igualdad en España, relacionadas con el mundo del derecho, la política y la literatura. Estas son 10 de las mujeres más influyentes en la lucha feminista en España:
Nacida en Madrid, en 1888. Con diez años, la muerte de su padre llevó a Clara a dejar sus primeros estudios para colaborar en la economía familiar. Estuvo trabajando de modista, dependienta de comercio y telefonista. En 1920 inició sus estudios de bachiller, consiguiendo el título y matriculándose en la Facultad de Derecho, por la que se licenció en 1924. Con 36 años, se convirtió en una de las pocas abogadas españolas de la época, y pasó a ejercer su profesión. En 1925 se convirtió en la segunda mujer en incorporarse al Colegio de Abogados de Madrid, un mes después que Victoria Kent.
En 1923 participa en un ciclo sobre feminismo organizado por la Juventud Universitaria Femenina donde comienza a desarrollar sus ideario sobre el derecho a la igualdad de las mujeres. Fue también la primera mujer que intervino ante el Tribunal Supremo y que desarrolló trabajos de jurisprudencia sobre cuestiones relativas a los derechos de la situación jurídica de las mujeres en nuestro país.
En 1928 crea junto a compañeras de otros países europeos la Federación Internacional de Mujeres de Carreras Jurídicas, y en 1930 contribuye a fundar la Liga Femenina Española por la Paz. Participa en la comisión encargada de redactar la Carta Magna republicana, siendo la primera mujer que habla en las Cortes Españolas, en septiembre de 1931.
Desde su tribuna ejerce la defensa del sufragio femenino en España, con la oposición de sus propios compañeros de partido y de Victoria Kent, de la cual hablaremos más adelante.
Tras un acalorado debate en las Cortes sobre el sufragio femenino, Victoria Kent y Clara Campoamor se enfrentaron abiertamente por tener ideas completamente opuestas en este punto. Clara Campoamor se mantiene fiel a sus principios y defiende el derecho de las mujeres a ser consideradas ciudadanas por encima del sentido de su voto. Al final impone sus tesis y entra en la historia como la principal artífice de la inclusión del voto femenino en España.
Nacida en Gallarta, Vizcaya, en 1895. Se crió en el seno de una familia minera conservadora, y comenzó a interesarse por la lucha obrera bajo la influencia de su marido, tuvo que interrumpir su formación escolar muy pronto para ponerse a trabajar como sirvienta.
Impresionada por el triunfo de la Revolución bolchevique en Rusia, participó en la escisión del PSOE que dio lugar al nacimiento del Partido Comunista de España (PCE) en 1920, llegando a formar parte de su Comité Central en 1930; y en 1931 se trasladó a Madrid para trabajar en la redacción del periódico del Partido, Mundo Obrero. Fue la primera mujer en el mundo elegida secretaria general de un partido, el PCE.
Muy comprometida con la igualdad de las mujeres, fue consciente de la doble explotación y tomó conciencia de género y de clase al mismo tiempo. Su condición obrera y la falta de recursos de su familia, impidieron que pudiera ingresar en la Escuela de Maestras. Con diecisiete años fue a un taller de costura a aprender la confección de vestidos.
En 1933 se constituyó en España la Organización de Mujeres Antifascistas de la que fue presidenta. La OMA fue la organización feminista más importante de la época. Las mujeres comunistas, socialistas y republicanas se organizaron en la lucha por la democracia.
Fue encarcelada varias veces debido a sus fuertes discursos y a su activa militancia en las manifestaciones comunistas. Poco tiempo después se destacó en el Congreso de los Diputados de la República como diputada del PCE por Asturias. Fue elegida vicepresidenta de las Cortes republicanas en 1937.
En 1960 presentó su dimisión, para pasar a ocupar el cargo de presidenta del PCE. La sustituyó en sus funciones Santiago Carrillo, que ejerció el cargo hasta 1982
Nació en Santiago de Compostela en el 1837. En su partida de nacimiento figura como «hija de padres incógnitos». Su madre provenía de una familia hidalga y su padre era sacerdote. Por este motivo no pudo reconocer a su hija. Posiblemente su nacimiento irregular, cargado de connotaciones negativas en aquel entonces, marcó el carácter y la obra de Rosalía.
Las novelas de Rosalía cuentan con numerosas protagonistas femeninas que, incluso tras haber sufrido abusos o malos tratos, siguen cerca de los hombres que perpetran tales hechos. Consciente del abuso del patriarcado y del padecimiento que supone para la mujer. Podemos situarla como una de las poetas y narradoras más concienciada de los abusos sobre la mujer.
En su obra La hija del mar, reivindica la condición femenina, siendo ella la primera en considerarse víctima, al haber sido maltratada no pocas veces por haber elegido como oficio la escritura. Rosalía cambia la literatura romántica por una mujer realista que cuestiona y supera los prejuicios sociales. La mujer viene al mundo encadenada, esperando órdenes y obviar su poder significa obviar lo que siente, padece y sabe más de la mitad de la humanidad.
La obra de Rosalía es un grito que reclama justicia para las mujeres. Nunca dejó de animarlas a exigir dignidad, civilización y libertad y a que luchen sin miedo.
Los últimos años de la vida de Rosalía transcurrieron en la comarca de Padrón. Nunca disfrutó de una buena salud, pareciendo predestinada desde su juventud a una muerte temprana.
Nace en Ferrol en el 1820. La ideología de su padre, defensor del liberalismo, y su prematuro fallecimiento marcarán el carácter de Concepción Arenal. Durante los cursos impartidos de1842 a 1845, asiste vestida de hombre a las clases de Derecho en la Universidad. No cursó la carrera, ni hizo exámenes, ni alcanzó ningún título, en ese momento histórico las aulas universitarias estaban reservadas para los varones, pero enriqueció y afianzó su interés por las cuestiones jurídicas. Allí conoce a Fernando García Carrasco, con el que contrae matrimonio a pesar de los casi quince años de le separa de este abogado y periodista. Hombre avanzado para la época que supo entender las aspiraciones de Concepción Arenal y contempló a su esposa desde el verdadero plano de igualdad, siempre admitió que le acompañase vestida de hombre a las tertulias o que aportara al hogar las ganancias de un trabajo remunerado.
Con su obra Caridad (1860) fue premiada por la Academia de Ciencias Morales y Políticas, aunque encubriera su identidad bajo el nombre de su hijo Fernando, que entonces tenía sólo diez años. Averiguada la verdadera autoría, por primera vez en la historia de la Academia se concede el premio a una mujer.
En 1863, se convirtió también en la primera mujer que recibió el título de visitadora de cárceles de mujeres y, más tarde, fue nombrada Inspectora de Casas de Corrección de Mujeres.
Publica La mujer del porvenir en el 1869, su primera obra de carácter feminista, a la que seguirán, años más tarde, trabajos como La mujer en su casa, Estado actual de la mujer en España o La educación de la mujer. Obras en las que Concepción Arenal se propone no sólo disipar los errores que sobre la mujer han arraigado en la opinión de la mayor parte de la sociedad, sino también reivindicar la capacidad intelectual de la mujer y su derecho a recibir una educación que le permita desempeñar cualquier profesión en condiciones iguales a la del hombre.
Nació en Badajoz, en el 1904. No fue bautizada, cosa que en la época era inusual. Su padre fue un conocido abogado republicano y masón con inquietudes políticas. Educó a sus hijos fuera de todo credo religioso. Matilde estudió el Bachillerato en Badajoz, pero en 1923 se trasladó a Madrid para estudiar la carrera de Ciencias Naturales. Durante la Segunda República inició su militancia política. Ingresó en el PCE poco antes de la Guerra Civil. Tras el golpe de Estado de julio de 1936, se incorporó a las tareas sanitarias en un hospital de guerra de Madrid.
A principios de 1939, Matilde Landa fue designada para reorganizar el Comité Provincial del Partido Comunista en Madrid. Al poco tiempo fue detenida y conducida a la prisión de Ventas. Aquí emprendió una frenética actividad en defensa de las, como ella, condenadas a muerte. Desde una pequeña celda redactó instancias y peticiones de indulto el objetivo de salvar a sus compañeras de cárcel. Matilde conseguiría que las reclusas pudieran obtener el más básico de sus derechos, el de la comunicación. Un año más tarde se le conmutó la pena de muerte por la de treinta años de reclusión.
En 1940 fue trasladada a la prisión de Palma de Mallorca, una de las más terribles cárceles de mujeres de la posguerra española, por la masificación y la pésima alimentación. Matilde se convirtió de inmediato en un referente para las presas. La terrible presión a la que fue sometida por las autoridades religiosas de la cárcel con el fin de lograr su conversión al catolicismo la sobrepasó. En 1942, cuando estaba prevista la ceremonia de bautismo, con 38 años, se suicidó tirándose desde una galería de la prisión. Su agonía duró casi una hora, tiempo suficiente para que se le administrara finalmente el bautismo.
Nació en el 1851, en A Coruña. Hija del conde José Pardo Bazán. Desde muy pequeña se aficionó a la lectura y la escritura. Se trasladó a Madrid en 1869 después de casarse con José Quiroga. Asidua lectora de los clásicos españoles, se interesó también por las novedades literarias extranjeras. No pudo acudir a la universidad, vetada para las mujeres por lo que los avances científicos y filosóficos los siguió a través de los amigos de su padre y de los libros.
Funda y dirige en 1892 la publicación La Biblioteca de la mujer. Asiste a congresos como el Congreso Pedagógico, en donde denuncia la desigualdad educativa entre el hombre y la mujer. Aún consciente del sexismo dentro de los círculos intelectuales, se propone a la Real Academia de la Lengua, pero es rechazada. En 1906 llegó a ser la primera mujer en presidir la Sección de literatura del Ateneo de Madrid y la primera en ocupar una cátedra de literaturas neolatinas en la Universidad Central de Madrid, aunque solo asistió un estudiante a clase.
Emilia atribuye la carencia de feminismo en España durante esta época a la falta de educación de la mujer española. Las mujeres intelectuales conscientes de este problema combatían por la necesidad de reformas educativas para las mujeres de todas las clases sociales. Mientras que en Europa surgían movimientos feministas, España no mostraba interés por el tema.
En uno de sus artículos feministas escribió que era un error afirmar que el papel que le corresponde a la mujer en las funciones reproductivas determina las restantes funciones de su vida. Su mayor crítica consiste en que la sociedad ha proclamado los derechos del hombre pero no los de la mujer. Para Emilia Pardo Bazán el medio para elevar la posición de la mujer en la sociedad española era a través de la educación.
Muere en 1921 y su casa en A Coruña hoy es la sede de la Real Academia Gallega.
Nacida en Málaga, su fecha de nacimiento es una incógnita, aunque se sitúa en el año 1891. En 1916 se trasladó a vivir a Madrid para empezar sus estudios universitarios en la Facultad de Derecho de la Universidad Central de Madrid. En 1924, tras haber obtenido la licenciatura en derecho, conseguía también el doctorado y se convertía en la primera mujer en ingresar en el Colegio de Abogados. Continuó ejerciendo como abogada durante los años siguientes. Pero fue su intervención en el Consejo Supremo de Guerra lo que le dio un mayor prestigio.
Fue en el año 1931 cuando dicho consejo juzgaba al Comité Revolucionario Republicano. Victoria asumió la defensa de Álvaro de Albornoz convirtiéndose en la primera mujer que participaba en un consejo de guerra.
Aquel mismo año, Victoria fue elegida por el presidente de la república como Directora General de Prisiones, cargo ocupado por primera vez por una mujer.
La proclamación de la República en 1931 trajo consigo muchos avances liberales en lo que a leyes en favor de las mujeres se refiere. Uno de ellos fue el sufragio femenino, que Clara Campoamor defendía, a diferencia de Victoria Kent. Ella creía que la mayoría de mujeres aún no estaban preparadas para ejercer el voto. Primero había que formarlas y alejarlas de la influencia de la Iglesia y de las clases conservadoras. En este sentido, Victoria estaba convencida de que si se aprobaba el sufragio femenino, el triunfo de la derecha estaba asegurado. No se equivocaba, la derecha ganó en las primeras elecciones en las que participaron las mujeres en 1933.
Victoria Kent murió en 1987, un año antes recibió, aunque no pudo recogerla, la medalla de San Raimundo de Peñafort.
Nació en Rodalquilar (Almería) en 1867, aunque no es una fecha precisa con exactitud. Desde el primer momento de su matrimonio, fue una desilusión para Carmen. Su marido resultó ser un vividor que le era infiel. Al fallecer el segundo de sus hijos decide abandonar a su marido y se marcha a Madrid con su hija. Empieza a estudiar al tiempo que trabaja y pronto obtiene el título de Maestra y una plaza en la Escuela Normal de Guadalajara, de la que se trasladará luego a la de Madrid.
Fue una mujer adelantada a su tiempo, escribió desde la estética femenina hasta los de carácter republicano. Carmen de Burgos tuvo que esconder su perfil detrás de multitud de seudónimos, y el más famoso de todos fue Colombine. Da sus primeros pasos como periodista con una columna semanal titulada “Lecturas para la mujer”, y se convierte en la primera redactora con un espacio propio en nuestro país. En 1904 y, aprovechando que su columna tenía muchos lectores, planteó la cuestión del divorcio, lo cual le costó el apodo de “la divorciadora”. Terminó presentando un libro, El divorcio en España. También lanzó una campaña a favor del sufragio femenino con una columna titulada «El voto de la mujer». Según Carmen, «no es la lucha de sexos, ni la enemistad con el hombre».
Con la proclamación de la Segunda República en 1931, la nueva constitución reconoció el matrimonio civil, el divorcio y el voto femenino. Se afilió al Partido Republicano Radical Socialista y presidió la Cruzada de Mujeres Españolas y la Liga Internacional de Mujeres Ibéricas e Hispanoamericanas. Fue también elegida ‘vicepresidente primero’ de la Izquierda Republicana Anticlerical, e ingresó en la masonería. Fallece a los 64 años de edad en 1932 y fue enterrada en el cementerio civil de Madrid.
Nació en Madrid, en el 1905. Era hija de dos anarquistas catalanes que fueron procesados en varias ocasiones por sus ideas libertarias. Estudiaba Filosofía y Letras en la Universidad de Barcelona, al tiempo que estaba afiliada a la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) y colaboraba en publicaciones anarquistas sobre filosofía, literatura y feminismo.
Entre 1936 y 1937, se hizo cargo del Ministerio de Sanidad y Asistencia Social en el gobierno del socialista Francisco Largo Caballero. Fue la primera mujer ministra de un gobierno español, cargo que acepta a pesar de su declarado antigubernamentalismo y las dudas iniciales.
Ha pasado a la historia por promulgar el primer proyecto de Ley del aborto en España. También creó unos centros de atención a las prostitutas, donde se les ofrecía alojamiento y se les enseñaba un oficio.
Además de ser una de las figuras más emblemáticas del movimiento obrero español, fue la anarquista más conocida en la época que va desde la dictadura de Primo de Rivera a la Guerra Civil, y una brillante escritora y oradora.
Al terminar la guerra, y tras su breve ministerio, se exilió en Francia. Huyendo de los nazis, se refugió en la Borgoña y fue detenida. El gobierno de Madrid solicitó su extradición, pero fue denegada a causa de su embarazo. En 1945 se instaló en Tolouse, y hasta su muerte no renegó de sus ideales anarquistas.
Nacida en el 1896, Madrid. Sus padres eran judíos de origen alemán y formaban una familia acomodada. Durante su juventud marchó a estudiar pintura en París pero, por desgracia, su vista enfermó y en 1917 tuvo que abandonar su carrera artística.
Fue testigo directo de los levantamientos revolucionarios de 1918 en Alemania y Austria-Hungría que la llevaron a tomar una conciencia social y feminista muy profunda. En 1919 publicó su libro La condición social de la mujer en España. Su estado actual: su posible desarrollo. En su libro describió un feminismo muy personal, en el que no defendía a todas las mujeres como género sino solamente a las mujeres de determinadas clases sociales. Para ella, la emancipación de la mujer era principalmente un problema económico. Defendía el divorcio y denunció la falta de educación sexual de las mujeres, demasiado influenciadas por el catolicismo. Margarita planteó la inconveniencia de permitir a las mujeres votar, como haría Victoria Kent. Para ambas, mientras las mujeres continuaran bajo la influencia de las ideas conservadoras impulsadas por la Iglesia, sería mejor que no se les diera el sufragio.
Fue elegida diputada por Badajoz en la candidatura del PSOE en 1931, y se dio la curiosa circunstancia de que fue candidata sin tener la nacionalidad española y sin estar afiliada al PSOE. Formó parte del Comité Nacional de Mujeres Antifascistas y su postura política se fue radicalizando, tanto que su participación en la Revolución de Asturias en 1934 la llevó a perder la inmunidad parlamentaria, ser detenida y condenada a veinte años de cárcel. Pero Margarita pudo huir a Francia. Desde allí viajaría a otros países europeos, entre ellos la URSS, hasta que en 1936 pudo volver a España y ser elegida diputada por tercera vez.
Con el estallido de la Guerra Civil, Margarita Nelken se implicó de lleno en la contienda pero dejó de lado al PSOE para alistarse en las filas del Partido Comunista. En 1939 tuvo que huir a Francia desde donde iniciaría su largo exilio.
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